Breve historia del vino en México
El vino, como muchas otras cosas, fue traído de España en la época de La Conquista. Poco después de que llegara Hernán Cortés a México, el rey de España, Carlos V, ordenó que todos los navíos con destino a las Américas, trajeran viñas y olivos para plantar. A partir de entonces, dado el clima propicio, sobre todo en el norte del país, se empezó a desarrollar una industria vitivinícola próspera. A principios del siglo XVIII, Francisco Javier Clavijero, sacerdote jesuita, delega la primera plantación de vinos en Baja California, que a la postre sería la región vinícola más importante del país. Los vinos de las colonias empezaron a rivalizar con los vinos españoles y los productores del viejo continente presionaron al rey para que se dejaran de producir de este lado del Atlántico. De modo que a principios del XIX el rey da la orden de quemar los cultivos en las provincias americanas y dejar solamente las indispensables para el vino de consagrar, pero no se cumple.
Después de la independencia, los vinos importados se gravaron con un 20% de su costo, contra los nacionales, que sólo se les impuso el 12%. Se hicieron grandes plantaciones en las regiones de Tehuacán (no sólo es una marca de agua mineral) y Celaya. Es hasta principios del siglo XX que las principales casas vinícolas se asientan en Baja California, específicamente en la región del Valle de Guadalupe. Y a partir de 1940, que la producción en Europa se vio fuertemente disminuida por la Segunda Guerra Mundial, que realmente despega la viticultura en México. (1)